Es la hora sin fondo ni forma, pero
estoy contigo,
la hora de tu duda, del dolor
incansable.
Pero estoy aquí, mis manos sujetan la
piel
de tanto sueño vencido. Son tuyos,
como tu dolor, como la rabia que
asomando a tus ojos
me interroga sin tregua ni cordura.
Sin fondo, no hay más que verte
para sentir en el alma el vacío
anterior,
la nada perfecta que te habita desde el
tiempo.
Ni forma, ahora tus manos aprietan las
mias
y se preguntan por esta ausencia de
siglos.
foto: JGR |
Mía, sí, ausencia incansable y ahora
culpable.
Lo sabes, lo vivías de forma oscura,
pero ya es violencia convertida en
lágrimas...
Estoy contigo, y siento tu dolor,
y las puertas de la tarde se cierran
egoistas
sobre las mil excusas que no sabré
darte.
Tus ojos me conducen desde mi cobardía
hasta la última lucidez de tu
silencio. Y te escucho,
estoy contigo para oir de tu boca
la condena que me persigue. Pero no
hablas,
sólo me miras, y clavas tu ojos en
esta culpa mía
que ni siquiera se atreve a levantar la
mirada.
Es la hora sin fondo, sin forma, sin
palabras;
la hora de mi duda, de mi dolor recién
nacido
y de tu dolor antiguo. Lo vivías de
forma oscura,
y ya ni siquiera es violencia. Es tu
forma
última de repasar nuestra vida juntos
como el tiempo entregado a la nada,
al mañana será mejor, el tiempo
redimido,
mi tiempo fuera de tí, lejos de tí.
No me lo reprochas,
pero ya lo vivo como el tiempo sin
fondo ni forma
aunque ahora esté aquí contigo.
Pepe García Resille
Tiempo de arrepentirse
Sevilla, a 13 de octubre de 2015