La sombra del mundo tiene tu estatura,
nada puede superarte. Ni un palmo
por encima, ni un sueño siquiera...
Sólo mi deseo, mi ser contigo,
supera el horizonte. Allí,
donde tú habitas, donde el tiempo es
obra tuya,
mi deseo es otra sombra que te
persigue.
Nada recuerdas ya cuando, distraida,
me contemplas con desgana
como si todo el cansancio de la vida
anidara en tus ojos desde siempre.
Pero no es así, no era así,
no podía serlo. Al menos, no lo fue
mientras vivíamos en la tierra,
entre seres mortales como nosotros,
y sentíamos el pulso de la sangre
rodando noche abajo...
Esta sombra que ahora te cobija
es también el silencio que me dedicas
cada vez que salgo a tu encuentro.
Nada parece tener tu estatura,
nada puede superarte. Nada por encima,
ni un sueño siquiera. Sólo mi deseo,
mi vivir contigo supera el horizonte.
Pero vives tan alta que ya no me
distingues
entre tantos otros seres descarriados
como yo.
Pepe García Resille
Sevilla, 28 de junio de 2015