lunes, 30 de marzo de 2015

La sanadora

¿Era esto la vida?  –como una espada
la pregunta señaló en el aire
el rastro  de un dolor insobornable.

Vengo a ti con la fe del converso,
te buscaba con ahínco este corazón
que se resiste a morir sin haber vivido.
Su seca existencia clama contra mi,
culpable de lesa humanidad;
la vida se vaciaba a chorros
por esta herida abierta en  un corazón tan limpio.
¿Era esto vivir?

La sanadora sonreía desde su altura,
sin decir palabra, abriéndose paso
entre las sombras que pueblan mi conciencia.

“Tengo el remedio para tu mal,
pero es mortal. Deberás morir, y quedarás sano.”

Aún sigo enfermo –protesté.

En ese punto, mi corazón lanzó un aullido
inundando el tiempo hasta la orilla de la infancia.
Allí, sobre la espuma de la inocencia,
la sanadora con sus labios
cerró una cicatriz de años, y volví a la vida.

Pepe García Resille
Sevilla, a 30 de marzo de 2015

miércoles, 25 de marzo de 2015

Est es mi oficio

Este es mi oficio

Me despierta el día con la luz que he de poner
en tu boca, para iluminar la sonrisa
que me devuelve a la vida. Es un pago necesario.
Es una tarea primordial
llegar a ti con la mejor hora de la mañana
y garantizar así, con un beso tuyo, este oficio mio
que no es otro que amarte.
Este oficio tiene el tiempo
y el alma puestos en mi quehacer
único y último: ser tu sombra,
vivir al alcance de tu deseo
y, a partir de ahí, ocupar tus días,
tu tiempo, llevar por delante el último sueño
que acaricie tu frente al despertar.
Allí estaré yo con mi oficio minucioso,
con mi tarea incansable: amarte
sobre todas las cosas, a pesar de mí,
por encima de este ser que se derrumba,
y no ve otra vida necesaria...
Se hundirán mis días en las horas oscuras,
se agotará el pulso que me une a la tierra,
y seguirá mi oficio minucioso
ocupando la eternidad entera
con la única tarea precisa y necesaria: amarte.


Pepe García Resille
Tiempos nuevos
Sevilla, 25 de marzo de 2015

jueves, 12 de marzo de 2015

Tendría hoy el cielo

Tendría hoy el cielo un color diferente
si no estuvieran tus ojos tan cerrados de ayer,
de tiempo consumido.
Ni podrías volar tampoco
sobre tus recuerdos, porque ya
ni siquiera tienes memoria.

Y ahora, cuando vuelvo a tus orígenes,
resuelves tu pereza con un gesto descuidado.
Y castigas mi impaciencia con desdén calculado.

Sufro tu cólera paciente,
porque sé que este estallido sólo dura un instante
antes de perderme en el abrazo que me regalas.
Y mi abrazo te rodea de nostalgia,
mis besos llenan el vacío cotidiano
que ahora pones en mis manos...

Si no estuvieran tus ojos tan ausentes,
tan pendientes de ayer,
podría yo entregarme ahora
al deseo último que estoy leyendo en tu boca.
Agotaría mi tiempo enredado
entre la perfecta calma de tu sonrisa
y el hastío profundo de mi corazón.


Pepe García Resille
Tiempos nuevos
Sevilla, marzo 2015

miércoles, 4 de marzo de 2015

Me quedé a vivir en la luz

A mi amigo Luis de la Rosa,
quien me contó un día que “el dolor pesa
menos en alas de la luz”.


Sonríe la tarde,  de puro cansancio
la luz se inclina sobre el horizonte
y mi cuerpo se rinde al sueño.
Duele la carne, duele el tiempo
acumulado en los huesos y en el alma.
Entrego la conciencia a un dios ciego
refugio último donde esconderme del dolor.

Cuando llegue la muerte,
mi casa estará vacía: — las ventanas abiertas,
el suelo limpio, el aire fresco de la mañana
llenará el vacío que ha dejado el inquilino.
Yo no estaré allí, pero le veré llegar.
Recorrerá la casa, subirá hasta la azotea,
bajará a la cocina
y husmeará entre mi ropa y mis zapatos.
No me hallará.

Luego, sentada en el salón
junto al ventanal que da a la tarde,
esperará paciente mi llegada. Pero no iré.
No podré ir a su encuentro,
porque hace ya mucho que no vivo en esa casa.
Me quedé a vivir en la luz.

Pepe García Resille
Difícil diagnóstico...
Sevilla, 5 de marzo de 2012