Vendo
ilusiones como espejos,
también
tengo sueños y deseos inconfesables,
traigo
caricias falsas que parecen besos.
Mira,
este abrazo te lo dejo por mucho menos;
y
estos labios afilados, que cortarán tu orgullo,
son
de regalo.
Tengo
en oferta una piel tóxica,
un
orgasmo fingido; y todas las lágrimas
que
quieras ofrecerme, las conservaré
para
la próxima cita que me las pida.
Puedes
explorar este sexo de cristal
sin
temor, pero tampoco busques dulzura.
Vendo
mi tiempo y alquilo carne limpia
pero
sin memoria. No ofrezco nada más.
Aparte
de eso, pídeme lo que quieras.
Apuraba
su copa, y
exponía
su carta de servicios.
Escondí
mi corazón
entre
mi impaciencia y su solvencia.
Veloces
ascensores nos llevaban
al
desván de los sueños más tórridos.
Era
la felicidad definitiva,
el
fin de la huida, la amnesia prometida.
Tu
sueño lo tengo tasado,
y
has pagado un precio muy alto:
ya
no podrás olvidarme.
Pepe
Garcia Resille
Tiempos
felices
Sevilla, 6
febrero 2015