martes, 29 de diciembre de 2015

El ángel de la muerte




El ángel cruzó la pared en la madrugada alta,
en una mano traía mi corazón
y en la otra el peso de una pluma.
Sonreí al verle, y cuando oprimió mi corazón
contemplé mi vida como una luz dorada
que iluminaba la habitación.

Palpitante, pero ya seco, quedó
sobre su mano abierta.
Fuí hacia él y le entregué la pluma de la verdad:
la conciencia limpia de quien ha vivido
de acuerdo con su corazón.
Mientras tanto, mi corazón se había convertido
en polvo dorado,
brillante y ligero. El ángel sonreía.
Sopesó tranquilamente los restos de mi corazón
y aquella verdad, ligera como una pluma,
que acababa de darle.

“Eres afortunado” , sentenció el ángel,
“la verdad ha prevalecido”.
En ese instante, el médico entró en la habitación
desvaneciendo mi último sueño.
Por la ventana el aire fresco de la madrugada
movía una presencia, ligera, no contaminada,
sonriéndome mientras se elevaba al cielo
con mi último sueño.

Pepe García Resille
El ángel de la muerte
Sueños hospitalarios, Sevilla, 25 de septiembre de 2015.